Seguramente hay muchas personas que piensan que la música de cine comenzó con la aparición del sonido dentro éste, pero nada más lejos de la realidad. Cuando el cine aún era mudo ya había acompañamientos musicales a las imágenes que se iban sucediendo en la pantalla, bien por medio de una pequeña orquesta, de un piano o de un gramófono.
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Por entonces esta música no se ponía para acompañar la acción, sino para paliar, en la medida de lo posible, el ruido producido por las bobinas del reproductor. Al poco tiempo de esto empieza a plantearse el escoger los temas musicales en función de lo que está pasando en la pantalla, y así, empiezan a utilizarse temas de los grandes maestros de la música como son Chopin, Beethoven, Debussy, Mozart… pero aún no se crea música específica para el cine.
Es en 1908 cuando se crea la primera banda sonora original de la Historia del Cine, concebida para dar expresividad a determinados momentos de la película. El Asesinato del Duque de Guisa de Camille Saint-Saëns
En estos años, autores como Camille Saint–Saëns y Mihail Ippolitov–Ivanov crean piezas especialmente para películas, comenzando oficialmente la historia paralela de la música y el cine. En los años 10, se van produciendo cada vez más películas con fondo musical creados para ellas, pero esa mitad de la década, en 1915, cuando se da un punto de inflexión con la producción de la película El nacimiento de una Nación, cuya música fue compuesta por J. K. Briel, ya que a partir de este momento se generalizan las composiciones para películas y cada estudio cuenta con sus propios compositores.

La importancia que la música iba a tener en el cine se deja ver ya en la primera película sonora de la historia El Cantante de Jazz de 1927, y al año siguiente, en la película Luces de Nueva York el sonido se graba ya en la propia cinta, pasando el silencio a ser un recurso narrativo más.
La década de los treinta se caracteriza por una mayor profesionalización de la música de cine. La música pasará de ser un acompañamiento constante a un empleo más regular y selectivo para enfatizar ciertos momentos. En esta época, en las películas dramáticas se usaba la música únicamente cuando lo exigía el guión, siempre que pudiera explicarse por la presencia de una orquesta, fonógrafo o radio que estuviera especificado en el guión.
A partir de esta década, los estudios tenían departamentos musicales completos, con una plantilla de compositores, adaptadores, arreglistas y directores de orquesta. Al principio la música estaba poco sincronizada con las imágenes, pero en 1933, con la película King kong, Max Steiner demostró lo que se puede llegar a hacer con una partitura original totalmente sincronizada con las imágenes.
En los cuarenta empiezan a crear música para el cine compositores de distintas áreas. Llegan de los musicales de Broadway, de las salas de conciertos y ópera, de la radio..
En los cincuenta llegan además compositores de música de jazz y de la llamada música ligera. En esta década se vivió en Hollywood el boom del cine musical, llevando a la fama a actores–cantantes–bailarines, en las que el protagonismo absoluto de la música tapaba las carencias artísticas que la película pudiera tener. A mediados, el público empieza tener en cuenta la música de las películas, comenzando entonces los estudios cinematográficos a rentabilizar dicha música, animando a sus compositores a escribir temas vendibles, melodías y canciones que pudieran editarse en disco. A todo esto contribuyó también la mejora técnica de los sistemas de grabación sonora.
Los sesenta llegó con la renovación de compositores, se retiran algunos y llega savia nueva. Se pone de moda la música del western con compositores como E. Morricone y E. Bernstein.
Los 70 es una época de crisis compositiva, ya que se obviaba bastante la música instrumental en favor de múltiples canciones que la mayoría de las veces nada tienen que ver con la película, pero venden más y de este modo los estudios consiguen ahorrar el dinero que le constaría un compositor. Pero de esta crisis sale un compositor que usa una gran orquestación y que hace verdaderas obras sinfónicas John Williams. A él se debe gran parte de la mejor música de cine hecha en las últimas tres décadas.

Con los ochenta llega la revolución al mundo del cine con el empleo de la música hecha con sintetizadores, que aunque ya se había usado antes, es en estos años donde adquiere su mayor auge con compositores como Vangelis, Maurice Jarre... No obstante, la música orquestal sigue en alza con Williams y J. Goldsmith a la cabeza.
A principios de la década de los noventa se produce una recuperación de las canciones no compuestas exclusivamente para una película, en una carrera comercial que no sólo sirva de promoción para la cinta, sino también para que aumenten los ingresos de la productora. Algunas bandas sonoras se convierten en recopilaciones de grandes canciones, que se escuchan a lo largo de la película, que llegan a lo más alto de las listas de éxitos de las emisoras de radios especializadas y que en algunos casos tapan una mediocre producción cinematográfica.
No obstante, la música original compuesta para una película no decae, muy al contrario surgen nuevos y buenos compositores que, junto a los ya existentes, compusieron verdaderas maravillas. Partituras tremendamente sinfónicas y que no tienen nada que envidiar a las obras de muchos de los grandes maestros de todos los tiempos.
En definitiva, hoy en día nadie puede concebir una película sin una banda sonora, sin una música que acompañe y se adapte a las imágenes que estamos viendo. Y aunque a lo largo de la historia algunos directores de cine casi despreciaron este elemento cinematográfico, muchos otros no dudaron en utilizarlo para dotar de una mayor calidad a sus producciones.
