T2x13 Maestras de la Música vol. II

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Hace unos programas hablamos de la importancia de las mujeres en la música y durante el pasado programa se hizo un  volumen II. Las mujeres como en todas las artes lo han tenido muy difícil para triunfar aunque a día de hoy esto haya cambiado, por ejemplo la reina del pop, Madonna y no olvidar todas las mujeres que lideran bandas de rock o metal. Pero una cosa debemos tener clara, la patrona de la música es mujer; santa Cecilia.

Santa Kassia

Kassia fue una compositora nacida en 810 en una familia noble, lo que la permitió acceder a la cultura de la cual no sólo se conserva buena parte de su trabajo musical sino que aún hoy día forma parte de la liturgia ortodoxa.

En el 843 se retiró a vivir en un convento que ella misma fundó, el convento de Xerolophos, lugar que parece ser que Teófilo visitó en más de una ocasión. Kassia dedicaría su vida a la oración y a la composición. Fue la única compositora que le dedicó un himno a María Magdalena, una pieza que aún hoy es muy popular en Grecia.

A Kassia se le atribuyen 50 obras litúrgicas, de los cuales 30 se siguen usando en la liturgia ortodoxa oriental. Además de piezas musicales, escribió también 261 piezas literarias entre poemas, epigramas y sentencias morales.

Hildegarda von Bingen

Desgraciadamente tampoco se tiene mucha información acerca de estas mujeres pero Hildegarda fue una de las eruditas más importantes de la Edad Media. Nació en 1098 en el seno de una familia noble y dedicó su vida al arte, la ciencia y la música. Sus hermosas composiciones fueron recientemente recuperadas para el gran público con un gran éxito de ventas. A parte de cartas y libros escribió 78 piezas musicales.

El 10 de mayo de 2012, el papa Benedicto XVI la elevaba a los altares santificándola de facto. El 7 de octubre del mismo año le otorgaba el título de doctora de la Iglesia.

Barbara Strozzi (1619-1677)

Barbara Strozzi fue uno de los nombres propios de la historia de la música del barroco italiano. Nació el 6 a agosto de 1619 en la casa de Giulio Strozzi quien la adoptó como hija.

Giulio Strozzi era uno de los eruditos del mundo intelectual veneciano del siglo XVII. Giulio, no sólo dio una buena educación a su hija sino que se empeñó en hacer de ella una importante intérprete y compositora.

Cuando Barbara tenía unos 15 años fue invitada por su padre a participar en las tertulias de la Accademia degli Unisoni, que él mismo había creado en 1637. Giulio animó a Barbara a interpretar piezas musicales.

Además de ser una gran intérprete, Barbara llegó a ser una importante compositora. Su género predilecto fue la cantata. En 1644 se publicó Il primo libro de madrigali, la primera recopilación de su obra, compuesta por ocho piezas de gran belleza musical.

Algunos de los grandes nombres de la música clásica tuvieron a su lado mujeres con tanto o más talento que ellos. Hermanas o esposas que tuvieron que dejar su arte para dedicarse a sus tareas femeninas que la sociedad les obligaba a ejercer como las dos mujeres que vienen a continuación:

Maria Anna Mozart (1751 – 1829)

Quizás el caso más conocido sea el de la hermana de Mozart, niña prodigio como su hermano. Su padre Leopoldo empezó a enseñarle a tocar varios instrumentos. Pronto destacó como genial intérprete en clave y piano. A sus clases se uniría pronto su hermano pequeño, compañero también de sus juegos en los que crearon un mundo de fantasía y se hicieron inseparables.

Cuando Leopold Mozart decidió mostrar al mundo el prodigio de su hijo Wolfgang, también se llevó a Marianne. Las cortes de París y Viena fueron testigos de la genialidad de los dos hermanos por igual. Pero mientras Wolfgang estaba destinado a continuar exprimiendo su genialidad, a la joven casadera Marianne se le terminaba el tiempo.

Marianne hubiera sido probablemente el alter ego femenino de su hermano Wolfgang. Según unas cartas que éste escribió a su hermana en las que alababa sus obras, Marianne podría haber iniciado su carrera como compositora aunque nunca se conoció ninguna pieza musical suya. Lo que sí está claro es que fue una genial intérprete y que podría haber llegado muy lejos en el mundo de la música si los corsés de la época y su propia voluntad no lo hubiesen impedido. Su particular contribución fue sin duda la inspiración de varias de las geniales obras de su hermano.

A pesar de quedarse ciega, continuó ejerciendo como profesora de piano y tocando este instrumento hasta su muerte el 29 de octubre de 1829.

Clara Schumann (1819-1896)

Empezó a estudiar piano con cinco años, con ocho, componía su primera pieza musical y al año siguiente hacía su exitoso debut como virtuosa del piano. Hija de una cantante y pianista y un profesor de piano, Clara estaba destinada a ser una gran concertista. De eso se encargó su padre, quien se preocupó de darle la mejor formación musical con los mejores profesores de la época. Como Clara, existían en el siglo XIX muchas jóvenes promesas que daban conciertos por toda Europa mostrando sus dotes al piano. Sin embargo, la carrera de muchas de ellas se veía pronto truncada por la obligación de ser madres y dedicarse a su hogar.

No era extraño que una mujer fuera concertista, pero que compusiera no era muy normal. Este prejuicio social y sus propias dudas en relación a su gran talento hicieron que Clara solamente compusiera cuatro obras. Una vez casada, no volvió a componer.

Sin embargo, de modo excepcional para el tiempo que le tocó vivir, Clara sí que pudo dedicarse toda su vida a dar conciertos por todo el continente e incluso ganarse la vida con ello sacando a su familia adelante.

El amor la llevó a ser la musa y compañera incondicional de Robert Schumann. Mujer inteligente y luchadora, Clara Schumann superó con dignidad muchas tragedias personales como la separación de sus padres, la muerte de cuatro de sus ocho hijos y el intento de suicidio de su marido

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Santa Kassia

Kassia fue una compositora nacida en 810 en una familia noble, lo que la permitió acceder a la cultura de la cual no sólo se conserva buena parte de su trabajo musical sino que aún hoy día forma parte de la liturgia ortodoxa.

En el 843 se retiró a vivir en un convento que ella misma fundó, el convento de Xerolophos, lugar que parece ser que Teófilo visitó en más de una ocasión. Kassia dedicaría su vida a la oración y a la composición. Fue la única compositora que le dedicó un himno a María Magdalena, una pieza que aún hoy es muy popular en Grecia.

A Kassia se le atribuyen 50 obras litúrgicas, de los cuales 30 se siguen usando en la liturgia ortodoxa oriental. Además de piezas musicales, escribió también 261 piezas literarias entre poemas, epigramas y sentencias morales.

Hildegarda von Bingen

Desgraciadamente tampoco se tiene mucha información acerca de estas mujeres pero Hildegarda fue una de las eruditas más importantes de la Edad Media. Nació en 1098 en el seno de una familia noble y dedicó su vida al arte, la ciencia y la música. Sus hermosas composiciones fueron recientemente recuperadas para el gran público con un gran éxito de ventas. A parte de cartas y libros escribió 78 piezas musicales.

El 10 de mayo de 2012, el papa Benedicto XVI la elevaba a los altares santificándola de facto. El 7 de octubre del mismo año le otorgaba el título de doctora de la Iglesia.

Barbara Strozzi (1619-1677)

Barbara Strozzi fue uno de los nombres propios de la historia de la música del barroco italiano. Nació el 6 a agosto de 1619 en la casa de Giulio Strozzi quien la adoptó como hija.

Giulio Strozzi era uno de los eruditos del mundo intelectual veneciano del siglo XVII. Giulio, no sólo dio una buena educación a su hija sino que se empeñó en hacer de ella una importante intérprete y compositora.

Cuando Barbara tenía unos 15 años fue invitada por su padre a participar en las tertulias de la Accademia degli Unisoni, que él mismo había creado en 1637. Giulio animó a Barbara a interpretar piezas musicales.

Además de ser una gran intérprete, Barbara llegó a ser una importante compositora. Su género predilecto fue la cantata. En 1644 se publicó Il primo libro de madrigali, la primera recopilación de su obra, compuesta por ocho piezas de gran belleza musical.

Algunos de los grandes nombres de la música clásica tuvieron a su lado mujeres con tanto o más talento que ellos. Hermanas o esposas que tuvieron que dejar su arte para dedicarse a sus tareas femeninas que la sociedad les obligaba a ejercer como las dos mujeres que vienen a continuación:

Maria Anna Mozart (1751 – 1829)

Quizás el caso más conocido sea el de la hermana de Mozart, niña prodigio como su hermano. Su padre Leopoldo empezó a enseñarle a tocar varios instrumentos. Pronto destacó como genial intérprete en clave y piano. A sus clases se uniría pronto su hermano pequeño, compañero también de sus juegos en los que crearon un mundo de fantasía y se hicieron inseparables.

Cuando Leopold Mozart decidió mostrar al mundo el prodigio de su hijo Wolfgang, también se llevó a Marianne. Las cortes de París y Viena fueron testigos de la genialidad de los dos hermanos por igual. Pero mientras Wolfgang estaba destinado a continuar exprimiendo su genialidad, a la joven casadera Marianne se le terminaba el tiempo.

Marianne hubiera sido probablemente el alter ego femenino de su hermano Wolfgang. Según unas cartas que éste escribió a su hermana en las que alababa sus obras, Marianne podría haber iniciado su carrera como compositora aunque nunca se conoció ninguna pieza musical suya. Lo que sí está claro es que fue una genial intérprete y que podría haber llegado muy lejos en el mundo de la música si los corsés de la época y su propia voluntad no lo hubiesen impedido. Su particular contribución fue sin duda la inspiración de varias de las geniales obras de su hermano.

A pesar de quedarse ciega, continuó ejerciendo como profesora de piano y tocando este instrumento hasta su muerte el 29 de octubre de 1829.

Clara Schumann (1819-1896)

Empezó a estudiar piano con cinco años, con ocho, componía su primera pieza musical y al año siguiente hacía su exitoso debut como virtuosa del piano. Hija de una cantante y pianista y un profesor de piano, Clara estaba destinada a ser una gran concertista. De eso se encargó su padre, quien se preocupó de darle la mejor formación musical con los mejores profesores de la época. Como Clara, existían en el siglo XIX muchas jóvenes promesas que daban conciertos por toda Europa mostrando sus dotes al piano. Sin embargo, la carrera de muchas de ellas se veía pronto truncada por la obligación de ser madres y dedicarse a su hogar.

No era extraño que una mujer fuera concertista, pero que compusiera no era muy normal. Este prejuicio social y sus propias dudas en relación a su gran talento hicieron que Clara solamente compusiera cuatro obras. Una vez casada, no volvió a componer.

Sin embargo, de modo excepcional para el tiempo que le tocó vivir, Clara sí que pudo dedicarse toda su vida a dar conciertos por todo el continente e incluso ganarse la vida con ello sacando a su familia adelante.

El amor la llevó a ser la musa y compañera incondicional de Robert Schumann. Mujer inteligente y luchadora, Clara Schumann superó con dignidad muchas tragedias personales como la separación de sus padres, la muerte de cuatro de sus ocho hijos y el intento de suicidio de su marido

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